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miércoles, 16 de septiembre de 2009

AL AGUA PECES


Las gancheras, donde hace poco más de un lustro se exhibían los pescados muriendo, son un artefacto desplazado de la postal de los festivales de pesca en Entre Ríos. En los encuentros de pescadores deportivos se produjo un cambio de filosofía: ahora se reúnen en torno a los peces, que una vez capturados, son devueltos al río para que continúen su ciclo vital.

La evolución en el pensamiento del pescador tuvo un hito: la Fiesta Provincial del Dorado 2001. “Somos poseedores de un lugar privilegiado, todos los que llegan se sorprenden, es uno de los pocos ríos de Sudamérica con peces, algo que en Europa ya no existe. Por eso estamos convencidos de la necesidad de cuidarlo, no es un bien nuestro, sino de las futuras generaciones”, explicó Jorge Béliz, empresario turístico y uno de los impulsores de la pesca con devolución en La Paz.

El dorado es la estrella en estas costas. Intrépido, peleador, indómito, potente, son algunos de los calificativos que definen esta especie, ubicada en la cima de la pirámide alimenticia del río. Para un pescador, hablar de La Paz es hablar de dorados.

CRUZ ROTA. Frente a La Paz, hay 14.000 hectáreas de vida antigua y conservada, la Reserva Ictícola Curuzú Chalí, uno de los seis ambientes destinados exclusivamente a la pesca deportiva en Entre Ríos, donde se reproduce la fauna íctica. La isla nombrada por los guaraníes como “Cruz Rota” es la más grande del río Paraná; comprende el Riacho Espinillo o Paranacito desde su confluencia con el Guayquiraró hasta su desembocadura en el Paraná; los arroyos Cañas, Indio, Raigones, Víboras y los demás cauces interiores.

Navegar por sus aguas es ingresar a un laberinto infinito de arroyuelos entrelazados, con albardones donde los alisos se estiran buscando la luz, envueltos en diversas enredaderas que forman fantásticas presencias.

Allí es posible apreciar el salto del pez, el vuelo del ave, el canto de la rana; las huellas del carpincho y la nutria y los perfumes misteriosos que llegan por oleadas. Se puede respirar profundamente en Curuzú Chalí.

Estas islas son uno de los pocos paisajes genuinos que nos quedan. Estar allí es viajar en el tiempo medio siglo, andar por un territorio charrúa y guaraní. Una experiencia que enaltece la experiencia del pescador.
Mariana Paez - Revista Algarroba

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