Es el árbol por antonomasia de América del Sur. En Entre Ríos es el patriarca del bosque nativo, por su rol dominante en la ecología: preservar el suelo y el agua.
“El algarrobo, aparte de ser un prócer desde el punto de vista histórico y tradicional, cumple una función ecológica de primer orden. La naturaleza lo puso aquí para proteger este tipo de hábitat por la gran cantidad de nitrógeno que aportan las hojas que caen; proteger el suelo del lavado de las lluvias y hacer posible la gran cantidad de biodiversidad del Espinal”.
El nombre algarrobo deriva del árabe al carob, “El árbol por antonomasia”. Los indígenas del Noroeste argentino lo llaman takku, voz quechua que también designa a “El árbol”, con el mismo sentido de respeto. Los guaraníes lo designaron ibopé: “Árbol puesto en el camino para comer”.
Desde muy antiguo fue la más preciada ofrenda para los dioses: follaje para la sombra; madera como calor y abrigo; corteza y hojas, como colorantes, para curtir y curar afecciones; frutos para comidas, dulces y bebidas. Casi todos los pueblos aborígenes de la Argentina realizaron recolección de algarroba.
CULTO AL ÁRBOL. Pese a la valiosa presencia del algarrobo en la provincia de Entre Ríos, es en otros puntos cardinales del país donde se le rinde un real culto: aprovechando como alimento sus algarrobas, cantándole y dedicándole poemas, construyendo leyendas a su alrededor. En la ciudad La Paz, hay algunas excepciones.
“- `Don Linares, ¿La Paz es tierra de monte, de selva?´
`- En tiempo de mi nacimiento, por 1920, La Paz era muy montaraz, era un retazo de Montiel. Yo me crié en una zona llamada Distrito Yeso. Mi tío tenía una estanzuela allí y su capataz se llamaba Linares Cardozo (nombre que adopta el poeta como propio). Era una especie de Segundo Sombra que me enseñó a descubrir la naturaleza, de ese mundo que está cargado de riqueza en cada árbol, cada yuyo, cada arroyo, cada pájaro. Los carreros se sumergían por leguas en los montes paceños, en ese Montiel virgen como lo conocí, esos algarrobales en los que uno podía perderse, poblados por un mundo de personajes mágicos que marcaron mi ser´.”
En el cementerio de su poblado natal, tres árboles por él elegidos dan sombra a Don Linares: un timbó, un espinillo y un algarrobo.
En el establecimiento La Ilusión, Paraje Arroyo Hondo, a 12 kilómetros de la ciudad, existe un añoso e histórico ejemplar que ronda los 350 años. A pocos kilómetros de allí se encuentra el quebrachal histórico, lugar donde los Hermanos Kennedy –propietarios de la estancia Los Algarrobos- se enfrentaron a las fuerzas nacionales en 1932, para restituir el gobierno democrático del Presidente Irigoyen.
En enero deL 2007 se cumplieron 75 años de la Revolución de los Kennedy. En su memoria se plantó un algarrobo en la Plaza 25 de Mayo, con la presencia de los hijos y los nietos de los revolucionarios.
En La Paz, todo lo importante está coronado por un algarrobo. Así sucederá un buen día en toda la provincia, cuando siga creciendo la participación de un pueblo sensible que poco a poco va conociendo su patrimonio y defendiéndolo. Está llegando la hora de dejar de ser extranjeros en nuestra propia tierra y comprometernos a defender nuestro patrimonio botánico, la selva de Montiel, desde donde se escucha el llamado del algarrobo.
ECO LA PAZ - REVISTA ALGARROBA
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