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jueves, 26 de agosto de 2010

"DEL LIBRO CIELO DE MI INFANCIA DE JULIO BLANCHE"


"CUENTOS DE UN GURI".



EL ÑANDÚ LOBISÓN


  La crueldad es innata en el niño como innata la ternura .La crueldad del niño no es premeditada, el niño es inocentemente cruel si su mente no esta contaminada por personajes despiadados de la literatura, cine o televisión.
Nuestras mentes estaban limpias de estos personajes nefastos, sólo habitaban en ellas
Aparecidos, solapas y lobisones, introducidos por abuelos y tíos en sus cuentos fogoneros. Pero estos seres imaginarios de la superstición no eran crueles, solo asustaban.

    A la escuelita de dos aulas y una sola maestra donde concurríamos asistía un gurí 
de  aproximadamente doce años, cuyo nombre no deseo acordarme, sólo que vivía en un ranchito de una sola pieza frente al cementerio del paraje. Eran muchos hermanos, no exagero si digo quince, pero el sólo concurría a clase. Todo lo llamábamos “LOBI” pues
decían que era el séptimo hijo varón, que por ley de la superstición estaba condenado de por vida a convertirse en perro los viernes a la medianoche, así lo creíamos firmemente nosotros, sus compañeritos de escuela.

    El aspecto de”LOBI” coincidía con todos los datos que nosotros poseíamos para detectar un hombre lobo; ojos achinados, cuerpo muy delgado, cabello abundante e hirsuto, piel apergaminada, retraído y tímido (no conocíamos el síndrome de desnutrición) y por su falta  de aseo tenía las uñas negras, señal evidente que escarbaba las tumbas del cementerio frente a su casa, costumbre de este cánido eventual según relato dela gente grande.Con tal compañerito nadie se quería sentar ni participar en los juegos en los recreos. Juegos tradicionales e inocentes de aquella época:las bolitas, la embopa (*), el visteo (**), no existía juego de pelota.Un día alguien trajo un juego muy divertido: el ñandú. Consistía este juego bien criollo en agruparnos en un sector del patio mientras el que hacía de boleador se ubicaba a veinte metros de distancia, éste revoleando la boleadora y al grito de: ¡ya¡ provocaba que uno del grupo saliese corriendo e imitando un ñandú. El ejecutor arrojaba las improvisadas bolas hacia las piernas, las boleadoras eran tres marlos atados con hilo de algodón. Si boleaba permanecía en el puesto, si erraba, el ñandú pasaba a bolear y otro del grupo hacía de ave.

   A mi hermano menor le encantó el nuevo juego pero consideró que la boleadora era muy liviana, empleo un fin de semana en mejorarla, sacó dos limones grandes del limonero del fondo de casa, pues eran dos las medias que componían un par en desuso de mi padre. Metió un limón en cada media y de los sobrantes de las mismas ató una línea o hilo de albañil, fabricando una hermosa “melliza “.

    El lunes cuando la campana tocó a recreo salimos todos a formar el grupo dispuestos a jugar. Mi hermano se ubicó de boleador pero cuando empezó a rebolear el nuevo artefacto nadie quiso ser ñandú, viendo que “Lobi” observaba el juego sin participar, como era habitual, le ofreció el papel de ñandú. Al “Lobi”se le iluminaron los ojos de alegría y al escuchar ¡ya! salió corriendo, haciendo gambetas y moviendo los brazos como si fuera los alones del ave.Mi hermano revoleó con fuerza y lanzó las frutas que por el peso se elevó y fue a enroscarse en el cuello del seudo ñandú. Los limones impulsados por el movimiento envolvente golpearon la cabeza del pobre “Lobi” que cayó fulminado.

    Fuimos todos a verlo en el suelo, donde permanecía aún con la boleadora en el cuello lanzando un leve gemido, entonces alguien gritó…
- ¡Se está volviendo lobisón! Salimos todos corriendo hacia el aula dejándolo abandonado en el medio del patio. Salió la maestra asustada, nosotros aguardamos sentados en los bancos, volvió varios minutos después sin el “Lobi”, estaba muy apenada, puso la boleadora sobre el escritorio y solo dijo:
-Ustedes son muy crueles – Hubo un silencio prolongado, luego comenzó un dictado. Nos fuimos sin saber si el “Lobi”se había convertido. Al otro día cuando regresamos a la escuela no lo vimos en el patio, pero cuando ingresamos al aula estaba sentado en fondo como siempre, tenía el cuello marcado por el hilo de la boleadora. Cuando mi hermano lo miró él le devolvió la mirada con una sonrisa de cómplice o tal vez de agradecimiento por haberlo invitado a participar en el juego. Creo que fue la única vez que vi sonreír al “Lobi”.  


(*) Embopa: variedad del juego de la mancha.
(**) Visteo: especie de esgrima criolla usando palitos simulando una espada o cuchillo.

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